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Visita de estudios al “BOSQUE ENCANTADO” (EL CAMARATE)

El pasado miércoles 27 de noviembre, el 2º curso de Gestión y Organización de los Recursos Naturales y Paisajísticos realizó la visita de estudios al famoso monte “Dehesa del Camarate”, en el Parque Nacional de Sierra Nevada.

Llegamos a la entrada de Lugros a las 10 de la mañana y empezamos a andar, haciendo una primera parada en la interesante finca del “Maguillo”, finca conocida por la granja de cabra montesa, y por albergar dentro de la misma ejemplares de ciervo ibérico. Pudimos ver alguno de estos ejemplares a la vuelta, y como no, inmortalizamos el momento en su impresionante entrada con dos esculturas de machos monteses.

Proseguimos la ruta hasta llegar a la entrada de la finca del Camarate, allí nos esperaba una ermita perfectamente armónica con el paisaje que ya empezaba a cambiar, se pasaba de un bosque casi puro de encinar, a unas mezclas donde la encina y el quejigo iban dando paso al melojar (Quercus pyrenaica), mientras aparecían cada vez más ejemplares de arce, mostajos, cerezos silvestres, abedules, etc. Estábamos ciertamente en un bosque con encanto.

Los alumnos disfrutaban especialmente cuando pasábamos cerca de las vacas y sus terneros, y alguno demostraba su vocación torera. Otros en cambio dejaban ver su búsqueda de “la foto”, esto es, la ganadora del concurso de fotografía.

Entre tanto aparecieron los Agentes de Medio Ambiente del Parque, a los que debemos agradecer el rato que nos dedicaron, hablándonos de la historia del monte y aclarándonos las paradas obligatorias de la ruta. Como siempre el agradecimiento de esta escuela al colectivo de Agentes de Medio Ambiente.

Tras las explicaciones y preguntas proseguimos hasta que finalmente llegamos al tentadero, cerca ya de los 1.800 m, vimos algunos tejos y sobre todo empezamos a comprobar que, a pesar del cansancio, cuando uno tiene un objetivo, este se persigue sin importar nada. Así fue, estaba prevista la vuelta en ese punto, sin embargo quisieron subir al pico de los soldados a unos 2.200 m.

Algunos seguían con atención lo que decía el GPS, cada metro subido era una noticia, mientras que otros estaban más cerca del suelo, especialmente cuando aparecían las placas de hielo…

Finalmente llegamos a “los soldados”, media vuelta y para el bus. La vuelta debido al cansancio acumulado no tuvo mucha historia, salvo la incertidumbre de la niebla que nos seguía de cerca. Finalmente la dejamos atrás y tras unas horas llegamos al bus.

En definitiva fue una gran experiencia, que sin duda repetiremos cada año.

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